En nuestro estilo de vida actual es muy habitual esperar a sobrepasar la barrera de los 30 años para tener el primer hijo. Tener un trabajo y una pareja estable y vivir una juventud más plena y sin compromisos es lo que lleva a prorrogar la edad de la maternidad. Pero, aunque la pareja se sienta más preparada psicológicamente, en ocasiones el cuerpo deja de estarlo, pudiendo haber problemas para la concepción.
Esta situación se suma a otros casos de personas que pueden presentar incompatibilidades a la hora de conseguir un embarazo. Afortunadamente, la ciencia ha avanzado mucho en este sentido, presentándose múltiples soluciones. Una de las más populares es la inseminación artificial.
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Una técnica muy sencilla
La especialización de las técnicas de reproducción asistida ha hecho que las personas que ven mermado en algún aspecto su capacidad fértil, puedan albergar esperanzas. De hecho, cada vez son más las parejas que encuentran en la medicina el camino para conseguir tener un bebé. En el caso de la inseminación artificial, el director médico del Instituto Europeo de Fertilidad, comenta que «según los datos de la Sociedad Española de Fertilidad, cada año se someten a este método alrededor de 6.000 pacientes en España«.
Se trata de un tratamiento sencillo que, en palabras del especialista, «consiste en depositar los espermatozoides, mejorados previamente en el laboratorio, en el interior del útero de la mujer». Además, para un mayor éxito, antes de la inseminación, se realiza una estimulación ovárica que «permite un desarrollo correcto de los folículos (el lugar en el que se encuentran los óvulos) y hace que se controle mejor el momento en que se va a producir la ovulación para coincidir en el tiempo con la presencia de espermatozoides en el aparato genital interno femenino», añade.
Aunque las probabilidades de conseguir un embarazo con esta forma de reproducción asistida dependen de las características biológicas de la pareja, el experto asegura que el porcentaje de éxito se sitúa «alrededor del 15% en el primer intento», cifra que aumenta, «acercándose al 40%«, en aquellas parejas que se someten a esta técnica en los cuatro primeros ciclos. «No obstante, no aconsejamos alargar el periodo de tratamiento más allá de los cuatro ciclos, ya que las posibilidades después de éstos es muy baja», sentencia.
¿Cuándo elegir esta técnica?
El director médico del Instituto Europeo de Fertilidad explica que la inseminación artificial se utiliza «ante casos de alteración moderada del esperma, que permita una recuperación suficiente de espermatozoides, tanto por su movilidad como por su normalidad morfológica», y también cuando se presenta una «esterilidad de origen desconocido o de tipo idopático», agrega el doctor. Asimismo, el experto asegura que «son muchas las parejas que se someten a esta técnica, ya que otros tratamientos más complejos como la fecundación in vitro les plantean problemas éticos o morales».
Aunque los exámenes médicos indiquen que puede ser un procedimiento válido, hay que tener en cuenta que la inseminación artificial encierra algunas desventajas con respecto a otros métodos. Detalla que «el porcentaje de éxito es menor que con otros sistemas, y que, además, no permite observar el proceso de fecundación directamente». Sin embargo, estos contras se justifican ante la idea de que es mucho más sencillo y que se puede repetir tantas veces como sea necesario, ya que no altera el funcionamiento del sistema reproductivo de la mujer.
Otro de los riesgos que destaca el especialista es que «hay una mayor posibilidad de un embarazo múltiple, ya que no existe un control estricto del número de folículos que se rompen con la ovulación». Siguiendo todo esto, antes de someterse a una técnica de reproducción asistida, resulta de vital importancia informarse correctamente sobre los beneficios y perjuicios que pueda entrañar. Para ello, es imprescindible acudir a un profesional médico.
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